Aquarium Mare Nostrum

Hechos imaginarios, al alcance de su bolsillo

viernes, 2 de marzo de 2007

Capítulo 1 : Para que ustedes puedan


La habitación


Fabián se encontraba pensando en su cuarto. Más callado que de costumbre, meditaba encerrado, lo cual venía haciendo desde hace ya varios días, pensando en cielos grises y en cantos de sirenas que agobiaban su cabeza. La habitación se encontraba llena de ropa tirada, de libros a medio leer y de una extraña vibración , como muchas ideas gastadas flotando entremedio de las motas de polvo. En su velador, el humo de una barra de incienso quemándose tapaba un retrato hermoso, que siempre colocaba en aquel sitio antes de dormir y que escondía al salir de su habitación, para que nadie lo viera. Era tal su timidez, aún con sus hermanos y su padre, que le costaba gran trabajo mostrar aquellas bellas intimidades, no hablemos ya de compartir algún sentimiento. Mas bien, agachaba la cabeza, dirigía un murmullo a su interlocutor y volvía a su habitación a meditar, junto a sus libros, sus discos y otros cachivaches esotéricos que coleccionaba, siempre en secreto.

En el resto de la casa, la gente se estaba levantando y saliendo de sus habitaciones, en forma organizada, como una gran coreografía ensayada por años. Era una famila relativamente numerosa -eran 8, contando 7 hermanos y el padre-, lo que importaba la necesidad de un cierto orden. Fabián salió de su cuarto después de haberlo ordenado(y especialmente despues de haber guardado todos sus secretos) y se unió a la danza matinal. Mientras unos entran a alguno de los 2 baños, otros se visten, preparan el desayuno, u ordenan el comedor. La costumbre de compartir el desayuno era algo sagrado, que se respetaba siempre y los mantenía unidos a pesar de todo. De todos los acontecimientos que habían sobrellevado hasta ese día.

Soledad, la menor de todos, observaba a Fabián. Su rostro se encontraba mas demacrado que de costumbre y pedía algún tipo de comprensión o empatía, en forma muda. Soledad era la única hermana que aún iba al colegio, pero era la mas empática y sensitiva de todos y a veces servía de puente entre las emociones de Fabián y el resto de la familia. Lo consideraba uno de sus hermanos favoritos y podía hablarle tan solo con los ojos. Un par de parpadeos y se dió por aludido. Respondió con una mirada fija, un desdén calculado, una nueva mirada y un parpadeo débil, que Soledad supo interpretar nuevamente.

Domingo, el mayor de los hermanos, se levantó para irse al trabajo. Sostén de la familia, se encargaba de la mayor parte de los gastos, secundado por su padre que se dedicaba a atender un taller mecánico y a ayudar como monaguillo al cura de la iglesia del barrio. Sus hermanos lo observaban con gran respeto y cariño. Domingo era un pilar fuerte en la familia, daba mucho por ella y sus hermanos le estaban muy agradecidos. "Adios, hermano", "Cuidate Domingo" le decían. "Que te vaya bien, hijo" lo besaba su padre en la frente, mientras el enorme Domingo se levantaba de la mesa y se dirigía al exterior. Su mirada seria, pero de gran dulzura, les llenaba de esperanza por el resto del día.

Escrito por Leprosy | 12:25

1 Comentarios:

Blogger Mónica Pavón Mardones dijo...

Bueno, y cuando conoceremos al resto de los hermanos?

Me gusta como escribes!

Eso.

15 de mayo de 2007, 7:40  

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