Aquarium Mare Nostrum

Hechos imaginarios, al alcance de su bolsillo

miércoles, 1 de marzo de 2017

La Torre

La torre está construida en la forma más sólida.
Íntegramente inexpugnable.
Sus cimientos, hasta el centro de la tierra
Son volátiles sin embargo.
La roca dura que recubre la torre
No sufre el paso del tiempo.
Se desgastan por dentro
Pero sobreviven la peor de las tempestades.
Le torre es inexpugnable.
De plomo y roca, el vendaval soporta.
El duro suelo cobija
Las raíces de la mas inmensa de las torres.

Escrito por Leprosy | 7:02 | 0 comentario(s)

lunes, 5 de enero de 2009

oaw

OAW

Escrito por Leprosy | 6:52 | 0 comentario(s)

domingo, 17 de junio de 2007

Salud

Te podría dedicar miles de lineas, pero tan sólo diré que el breve espacio que nos unía era una de las más grandes presencias en toda mi vida. Tu luz no sólo se derramaba por nuestra familia, siempre había alguien que podía reconocer tu presencia y valorarla...no faltaba el recién llegado que quedaba encantado de tu prestancia y de tu humor.

Jamás noté lo mucho que el cielo se reflejaba en ti. Jamás notamos tus debilidades. Fuiste el mejor. Fuiste un amigo.

Hasta siempre...se que nos estás esperando donde quiera que nos vayamos a encontrar. Y volveremos a reirnos, sin lágrimas en los ojos, como te estoy recordando en este mismo momento.

Escrito por Leprosy | 19:30 | 0 comentario(s)

sábado, 9 de junio de 2007

El campo

Teníamos poco tiempo para volar, para recordar y para escuchar. Miraba a mi alrededor la púrpura alfombra que cubría todo el suelo y me eché a reir...a lo lejos se escuchaban las voces del campo, de los parientes lejanos en el tiempo y en el espacio. Los ladridos de un perro, el olor a fruta y la sensación de que un sol enorme y radiante nos permitiría lanzarnos de cabeza al río.

Sentí un abrazo cálido, mientras me rodeaba una suave sensación de calma. Sentí olor a café con leche. A lo lejos vi un grupo de gatos, unas cabañas...una ola de recuerdos.

Te dije que subiéramos. Te lo repetí mientras desordenaba mis ideas contemplando este milagro. Observé como sacudías tu cabello, te abracé y contemplé tu sonrisa iluminada por miles de flores violetas. Mi tía a lo lejos agitaba su brazo. 2 lágrimas cubrían mis mejillas, mientras no podía parar de sonreir.

Y ya no temblabas. Ni temías. Tan solo podíamos ver todo lo que quisiéramos y nada nos haría daño mientras nos acompañáramos. Mientras nuestras manos estuvieran juntas, nada malo podría pasarnos.

Y volvías a sonreir. Quiero que sonrías, que sonrías siempre. Quiero ver que tu rostro se ilumine y no deje nunca de brillar.

Escrito por Leprosy | 19:14 | 1 comentario(s)

martes, 5 de junio de 2007

Y ahora finalmente veo el camino recorrido, veo hitos y triunfos. Algunas derrotas, pero mas sabores agradables que quizás nunca reconocí salvo ahora, que me los arrojan de golpe. Un cálido apretón de manos y hacia arriba, repleto de papeles multicolores, de imágenes dando vuelta, de mareos y de nubes de cálido y burbujeante café al ritmo del piano mágico, que salpica luces y color a las almas de miles de espectadores.

Veo un abrazo a lo lejos.

Escrito por Leprosy | 17:26 | 0 comentario(s)

viernes, 1 de junio de 2007

El estanque de la plaza

No conocía mayor alegría que la de los atardeceres que se reflejaban en el estanque de la plaza. Al observar el sucio estanque, podía concentrarse y ver lo que la demás gente apenas si podía vislumbrar, mientras pisaban el duro suelo. Al asomarse al bullicioso líquido, se podían ver los colores que goteaban de las nubes, que se enredaban por encima de los edificios y se mezclaban en un movimiento incesante. Esa era dicha, su secreto.

Por las tardes cuidaba los autos que se estacionaban en las calles aledañas a la plaza. A mediodía, su bolsillo se llenaba de gentiles propinas que le permitían comprar algo para comer en el negocio de la esquina. Por las tardes, continuaba vigilando los autos, mientras a ratos se sentaba a contemplar las bellas formas en el agua. Otros pasatiempos incluían patear piedras, observar los colores de las hojas que tocaban el húmedo concreto y en elevar volutas de humo hacia el aire. Sus ojos se posaban en los de la gente, mientras imaginaba los pensamientos que cada persona tendría. Observaba continuamente su andar, sus vestidos y la configuración de los pasos, incapaz de relacionar aquel ritmo, aquella cadencia, con la que formaba su diario existir.

Al tocar el agua con su dedo índice, miles de ondas llenaron de formas el estanque. Miles de colores que formaron escenas de su pasado, presente y futuro. Vidas interminables, acontecimientos desgarradores, impulsos. Una estrella, cientos de constelaciones y contrastes nebulosos.

Al arrastrar su mano por el agua, solo puede sonreir, en medio de una ciudad que avanza hacia una nueva época, que se puebla de autos y que entrega un cadencioso andar a sus habitantes, que marchan impertérritos, frente a un estanque en medio de una plaza.

Escrito por Leprosy | 15:42 | 0 comentario(s)

jueves, 31 de mayo de 2007

Un hecho fortuito

Nicolás era un joven trabajador y soñador. Dueño de una mirada fresca e inocente, a pesar de sus vivencias, se paseaba por la calle sin mirar nubes ni árboles, en la calma más completa mientras a su alrededor el bullicio del barrio pintaba las casas con su velo sepia, llenándolas de años y de grietas estratéficas, que solo aquel que llevaba sus buenos años en la vecindad podía ver avanzar sin confundirlas con el estropicio común y corriente de los barrios empobrecidos de ese sector. Al verlo caminar, se podía confundirlo con cualquier joven dirigiéndose a su trabajo, sin embargo sus pasos sugerían una cierta confusión, mas bien un desdén, propio de quien se está desviando de su camino mientras busca una posibilidad de retornar. Nicolás poseía un tesoro, pero nadie lo sabía.

Cruzó la calle, mientras en las casas vecinas comenzaba la actividad bajo las gélidas luces azules de la mañana. Cruzaba caminando erguido y raudo, mientras el ruido de los autos y de los mercados le era indiferente. Caminaba sin prestar atención a las múltiples figuras que surgían a ambos lados de la calle, gritando con voces en idiomas ajenos a su interés. Toda la tarde estuvo absorto en sus pensamientos, callado y meditabundo...sin contemplar hacia el cielo ni hacia el suelo. No tenía ojos para nadie excepto para su sombra, para las piedras que pateaba y dirigía hacia el infinito. El cielo trazó miles de figuras para otras personas, figuras que jamás se reflejaron en sus pupilas ni en sus manos.

"Nicolás, cuando arreglarás el muro de tu habitación"- se burlaba uno de los compañeros que sudaban en la faena junto con él.

Nicolás no tenía ojos ni oídos para nadie.

Las nubes se empezaban a dibujar en el cielo y esté se tornó violento. Se apresuró a cerrar todo y se dirigió raudo a su casa. Esa hora la esperaba pacientemente todo el día. Era la hora en que sus sentidos se despertaban y volvía a pertenecer a este mundo. Era la única razón de su caminar erguido, de sus pupilas manchadas de anhelo.

Al entrar en su habitación, Nicolás mira por la grieta donde se cuela el frío en su oscura habitación. Al otro lado, una luz en una ventana refleja la dulce mirada de una joven, quien con su voz melancólica y profunda entonaba una canción -todo un himno para Nicolás-, la cual logra hacerlo dormir para poder, al día siguiente seguir caminando en esta ciudad, bañada completamente de gris, pero salpicada de puntos de color, que se mueven por sus calles malolientes portando el aroma de las flores de la esperanza.

El mismo compañero que se burlaba está fumando un cigarrillo en la calle, al frente de la habitación y, producto de un auto desviándose por el callejón e iluminando el oscuro rincón del vecindario, observa la escena. Riéndose, apaga el cigarrillo y, dirigiéndose a su casa, comprende el silbar de su silencioso compañero de faena. Comprende la evolución de sus rasgos a lo largo de la tarde y además, el ritmo cada vez mas atronador de su corazón. Al otro día, el rostro de su joven compañero le parece enorme y radiante.

Escrito por Leprosy | 20:49 | 0 comentario(s)

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