Aquarium Mare Nostrum

Hechos imaginarios, al alcance de su bolsillo

viernes, 1 de junio de 2007

El estanque de la plaza

No conocía mayor alegría que la de los atardeceres que se reflejaban en el estanque de la plaza. Al observar el sucio estanque, podía concentrarse y ver lo que la demás gente apenas si podía vislumbrar, mientras pisaban el duro suelo. Al asomarse al bullicioso líquido, se podían ver los colores que goteaban de las nubes, que se enredaban por encima de los edificios y se mezclaban en un movimiento incesante. Esa era dicha, su secreto.

Por las tardes cuidaba los autos que se estacionaban en las calles aledañas a la plaza. A mediodía, su bolsillo se llenaba de gentiles propinas que le permitían comprar algo para comer en el negocio de la esquina. Por las tardes, continuaba vigilando los autos, mientras a ratos se sentaba a contemplar las bellas formas en el agua. Otros pasatiempos incluían patear piedras, observar los colores de las hojas que tocaban el húmedo concreto y en elevar volutas de humo hacia el aire. Sus ojos se posaban en los de la gente, mientras imaginaba los pensamientos que cada persona tendría. Observaba continuamente su andar, sus vestidos y la configuración de los pasos, incapaz de relacionar aquel ritmo, aquella cadencia, con la que formaba su diario existir.

Al tocar el agua con su dedo índice, miles de ondas llenaron de formas el estanque. Miles de colores que formaron escenas de su pasado, presente y futuro. Vidas interminables, acontecimientos desgarradores, impulsos. Una estrella, cientos de constelaciones y contrastes nebulosos.

Al arrastrar su mano por el agua, solo puede sonreir, en medio de una ciudad que avanza hacia una nueva época, que se puebla de autos y que entrega un cadencioso andar a sus habitantes, que marchan impertérritos, frente a un estanque en medio de una plaza.

Escrito por Leprosy | 15:42

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